La esencia de la Cultu es el trabajo de un gran equipo de profesionales y buenos compañeros, de familias que confían y de alumnos que le dan vida llenos de ganas de compartir, aprender y superarse.
Hoy es el turno de conocer a Lucila, su camino como teacher y su experiencia con las clases virtuales y la modalidad a distancia, en un año que, sin dudas, está dejando en todos un rico aprendizaje y lazos más consolidados que nunca.
-¿Hace cuánto que formás parte de la Cultu?.
Trabajo en la Cultu hace casi dos años, pero en realidad voy al instituto hace años porque estudié y me recibí ahí. Para mí es como mi segundo hogar y siempre lo va a ser, y trabajar en un lugar en el que me siento así es muy reconfortante. Me siento súper cómoda y eso posibilita trabajar con seguridad.
Recuerdo salir de las clases como estudiante súper feliz, con ganas de seguir aprendiendo, y ahora que me toca estar del otro lado es lo que trato de sembrar en mis alumnos. Que aprender un idioma no sea un peso, sino algo divertido, dinámico, relajado y que puedan confiar en mí, porque las necesidades de los alumnos, muchas veces, van más allá de lo académico.
Saber que yo estoy para ellos y ellos para mí es muy lindo, así que aspiro a seguir haciendo de la Cultu esa institución de familia, porque se crean lazos familiares y ahí es donde ocurre el verdadero aprendizaje.
-¿A qué edades te dedicás?
El año pasado hice muchas suplencias y lo bueno fue que pasé por muchos cursos, pude trabajar con todas las edades y ahí pude descubrir que era lo que tenía de especial cada una.
Empecé ayudando en algunos cursos de niños y poco a poco me fueron dando cursos propios. Me gustan todas las edades porque cada una tiene algo especial. Actualmente tengo primer grado, cuarto y un grupo de adultos 1. Tengo edades variadas y está bueno porque se puede jugar mucho con eso.
-¿Qué es lo que más disfrutás de cada grupo?
Con los más chiquitos lo que más disfruto es poder ser parte de sus primeros pasitos, no solamente en el idioma, sino cuando arrancan a escribir, identifican los colores, aprenden los números y todo lo lúdico que incluye. Y a pesar de este contexto, con las más pequeños siempre trato de llegar desde otro lugar, hacer las clases lo más divertidas posibles. Lo que más me gusta es la inocencia y que todo los sorprende.
Con los de cuarto año pasa que no son niños, ni tampoco adolescentes, están en esa etapa que están empezando a cambiar y acompañarlos en ese proceso es súper lindo. Lo que está bueno es que pueden ir entendiendo explicaciones más complejas, pero al mismo tiempo las podemos combinar con juegos, entonces esa versatilidad está genial.
Y con los adultos nos encontramos desde otro lugar, porque a diferencia de lo que pasa con muchos niños, asisten porque tienen ganas de aprender y hay otra voluntad y predisposición. También se juega muchísimo, y eso es lo que más gusta, sin dejar de lado lo teórico. La clase se hace muy dinámica, todos participan, tienen su momento y lo que más disfruto es poder compartir con ellos desde otro lugar.
-¿Cómo fue la adaptación a la modalidad virtual?
A todos nos costó bastante, fue un cambio extremo y la verdad que nadie sabía que iba a suceder y cuál era la mejor manera de manejarnos.
Por mi parte, con los nenes de primero al principio empecé mandando las tareas por WhatsApp, con videos, pero esa forma seguía siendo bastante lejana. Después comenzamos a enviar videos de las clases completas por Classroom, los alumnos las miran y resuelven las actividades. Con el paso del tiempo incluso lograron hacer las tareas solos. También trato de que cada 15 días tengamos una reunión virtual en tiempo real para vernos, repasar, jugar y para que ellos se vean, porque si no se pierden la oportunidad de socializar entre compañeros.
Con las edades intermedias hacemos clases en tiempo real por Meet, pero los tiempos virtuales son muy distintos. Sigue siendo un aprendizaje manejar los tiempos, de qué manera entregar las actividades, no hablar todos a la vez, pero nos acostumbramos súper bien y actualmente funciona bárbaro esta modalidad.
Por otra parte, los adultos son los que tienen menos problemas con la virtualidad. Tengo alumnos que ya comenzaron con la modalidad online y está pensado de otra forma. Con ellos se hace súper ameno, están muy contentos. Tienen la posibilidad de estudiar estando en otras ciudades o provincias y eso es algo que esta pandemia nos deja como positivo. Nunca hubiera pensado tener alumnos de otras partes del país y gracias a esto lo logramos. Y no solo van a aprender, la parte social está muy presente, se hicieron casi amigos y hay mucha confianza.
-¿Cuál es el balance que hacés, se lograron afianzar tanto con las herramientas como con los contenidos?. ¿Se pudo cumplir con lo planificado?
Respecto a los contenidos algunos los fui adaptando, sobre todo con los más chiquitos, pero el balance es súper positivo, los objetivos de aprendizaje se cumplen. En mi caso voy súper bien con los programas, con varios grupos a veces tengo que ir más despacio o agregar cosas extras porque vamos bien y avanzamos rápido. Y a pesar que con los pequeños el cambio fue mayor, supimos acostumbrarnos y manejarnos casi normal. Así que estoy muy satisfecha del avance de mis alumnos y de los objetivos que van cumpliendo.
¿Cómo fue la respuesta de los alumnos y las familias?
La respuesta fue positiva desde el día cero, todos aceptaron que esta iba a ser la manera de trabajo, y es un orgullo que se hayan adaptado tan bien y que me ayuden con su participación, ganas y buena predisposición.
Con las familias me comunico por WhatsApp en todo momento, les voy comentando como veo a sus hijos, en el caso que surja algún problema en clase también y así vamos trabajando. Por suerte muchos padres me han comentado lo contentos que se sienten y lo agradecidos que están porque les sirve muchísimo esta modalidad y ven que sus hijos están felices.
-¿Cómo fue el trabajo con el equipo de la Cultu?
Con el equipo no tengo más que palabras de agradecimiento porque todo el tiempo están ahí, son un apoyo muy importante. Con cada teacher con la que compartimos nivel estamos siempre en contacto, nos pasamos información, y la verdad es que soy súper feliz de poder compartir mi trabajo con ellos. Tenerlos a todos mis compañeros también es una manera de recargar energía para poder seguir porque si ellos no estuvieran sería mucho más difícil. Son grandes personas y profesionales y aprendo muchísimo de ellos todos los días, es una retroalimentación entre todos.
-¿Qué tiene de positivo esta modalidad y qué les aportó? Este año nos aportó muchísima experiencia, es muy distinto trabajar de manera virtual y es un aprendizaje muy interesante. Si bien fue un año complicadísimo, también fue muy rico en aprendizaje y eso es lo bueno. Yo me llevo la posibilidad de trabajar con alumnos de otros lugares, que conozcan nuestro trabajo y a la Cultu; el vínculo que logré con mis alumnos y las familias, que fue mucho más fuerte que el presencial. Los vínculos son más estrechos, siento que puedo formar parte de la vida de cada alumno y si bien por momentos es muy demandante, no se siente como trabajo y es muy placentero saber que las familias y los alumnos te tienen como sostén. Agradezco tener esos vínculos y que los alumnos sean tan pacientes y sepan entender que todos estamos aprendiendo. Al adaptarnos tan bien, a este año lo re disfrute. El trabajo en la Cultural es increíble y siempre trato de que mis alumnos se sientan cómodos y contenidos.