En el inicio del ciclo lectivo 2021 y después de dejar atrás un año de cambios, adaptaciones y de prueba y error, la educación se embarca en un nuevo desafío que exige tomar lo mejor del 2020 y seguir experimentando nuevas formas de vincularse y de enseñanza-aprendizaje.
Desde la Cultural Inglesa, con el camino más allanado y menos incertidumbre que hace un año atrás, se apuesta a fortalecer una nueva modalidad flexible que combina presencialidad y virtualidad y que busca darle a la educación el gran valor que demostró tener como herramienta irremplazable en la vida de las personas.
Para conocer más las expectativas y las proyecciones que el equipo y la comunidad educativa de la Cultural tienen para este año, su director, Daniel Richter, cuenta en detalle qué significó el 2020 para la institución, cómo incidió en la preparación para este año y qué implica la nueva modalidad que permitió el tan esperado reencuentro y regreso a las aulas.
-¿Qué aportó la experiencia del 2020 a nivel humano y sobre todo educativo?
El 2020 claramente marcó un antes y un después. Hace 30 años que dirijo a la Cultural y jamás me había tocado vivir algo como lo que tocó el año pasado, y tampoco llevar a cabo un formato como el que impulsamos este año.
Sin importar la edad y la experiencia, la vida nos expone a diferentes situaciones que, tal como pasó el año pasado y sucede ahora, pueden ser tan disímiles a las que hemos transitado desde 1991 cuando comenzamos el trabajo desde la institución.
Fue un año de una enseñanza brutal para aquel al que le toco pasarla mal, el que perdió el trabajo y también para quien perdió la posibilidad de educarse. La educación tomó una valoración altamente significativa y pasó a estar entre las cosas absolutamente esenciales que no pueden perder los chicos y que no deberíamos tampoco perder los grandes.
Es algo que debe mantenerse a pesar de todo. Por supuesto con todos los cuidados, con la modalidad que corresponda, ya sea desde la virtualidad en sus tantos formatos, la presencialidad o una combinación de ambas. Son cuestiones debatibles, lo que no es debatible es perder la posibilidad de recibir educación o aprender cualquier cosa que sea de nuestro interés, más allá de que hay rangos de edad en los que es irremplazable.
El 2020 nos dio la capacidad y la posibilidad de aprender mucho y de valorar. Desde la salud, el ir a la escuela y hasta las pequeñas cosas de la vida. Pero la escuela es el espacio de la educación que demostró que es verdaderamente irremplazable, con todos los problemas que generó no tenerla en los chicos, adolescentes y en los adultos.
-¿Qué papel jugó la nueva modalidad online en todo ese aprendizaje?
La tecnología fue fundamental y, aunque no igualó a la presencialidad, realzó su importancia. El sentarte al lado de tu compañero o compartir con los docentes, hasta aprender las cosas que no tenés ganas de aprender. Todo eso tomó una valoración absolutamente diferente.
Este aprendizaje que nos tocó desde un lugar duro, impuesto por la coyuntura y por decisiones de los gobiernos -que también estaban aprendiendo a la par nuestra- fue nuevo para casi todo el mundo y cada uno hizo lo que le pareció mejor y fue aprendiendo a medida que iba tomando caminos, que a veces resultaron adecuados y otras no.
-Después de todo el aprendizaje que dejó el 2020, ¿cómo se prepararon desde la Cultural para encarar este nuevo ciclo lectivo?
En lo que respecta a la parte educativa propiamente dicha hemos llegado a una combinación que nos da una bioseguridad importantísima como el distanciamiento, el uso de las máscaras, el uso de alcohol, antibacteriales, el tomar la temperatura y determinadas conductas, todas medidas que ayudana mantener un formato bastante seguro, que también está siendo muy entendido y aceptado porque es una herramienta que nos habilita a poder estar en las aulas y, a la vez, continuar con la virtualidad.
-¿Cómo funciona la nueva modalidad combinada?
Trabajamos con los alumnos habilitados por protocolo en las aulas y completamos la capacidad nominal del curso con otros alumnos desde sus casas, en tiempo real. Además, hacemos rotaciones semanales o clase a clase, donde los que están una clase virtual, la próxima lo hacen desde el aula y viceversa.
-¿Cuáles son los beneficios de esta nueva organización?
Esto nos da la posibilidad de tener el mismo alumnado. También van surgiendo cosas nuevas, donde los alumnos también piden adaptarlo a sus rutinas, donde si un día alguno no puede asistir presencial, lo hace virtualmente o cambia con otro compañero y así no pierden la clase. Esto genera una gran flexibilidad y una nueva dinámica que, si uno está muy atento y bien organizado, mejora de gran manera el presentismo. En otros casos estos chicos o bien no estudiarían o perderían clases por diferentes motivos.
-¿Cuáles son las sensaciones y las expectativas en torno a esta nueva experiencia?
Hay que darle la bienvenida a esta combinación de formatos que, si bien han aparecido abruptamente y de forma fortuita, se pueden transformar en algo mejor, que nos puede ayudar a agudizar los sentidos para encontrar formatos que puedan ser más abarcativos. Y esto siempre es bueno porque es parte del crecer.
Estoy muy feliz de que hayamos podido volver al aula, aunque sea de forma combinada, que sigamos aprendiendo, que como institución contemos con un grupo de padres atentos y con una fidelidad importante para con el proyecto de dar lo mejor de cada uno y llegar al mejor objetivo final, y entiendo que se está logrando.
El secreto es transitar, no quedarnos nunca parados. Mirar para atrás, aprender, ver que estuvo bien, repetirlo, ver que estuvo mal, modificarlo y nunca dejar de educarnos; ese es el gran secreto de la humanidad, no dejar de aprender.