Desde la Cultu seguimos dando a conocer un poquito más de las historias y recorridos de este año que, sin dudas, quedará en la historia como un gran recuerdo de entrega, compañerismo y superación.
Hoy, en primera persona, la teacher Lorena, una de las últimas en incorporarse al instituto, nos cuenta detalles sobre su trayectoria, la llegada a la Cultu, el gran desafío de las clases online y el balance de esta experiencia transformadora.
-¿Cuál es tu trayectoria como profesora de inglés?
Trabajo como profesora de inglés hace 24 años. Cuando empecé fue como resultado de una amplia demanda, había muy pocos profesores y los estudiantes de los institutos privados tuvimos la oportunidad de ingresar en los distintos ámbitos educativos para dar la materia en primaria y secundaria.
Luego me recibí y se me abrieron otras puertas. A lo largo de estos años pasé por escuelas primarias, secundarias y, como soy de Misiones, también tuve la oportunidad de trabajar en escuelas rurales y con grupos de nativos guaraníes. Además, trabajé en un terciario, así que he recorrido varios caminos en esto que es la enseñanza de inglés.
¿Cuánto hace que formás parte de La Cultu?
Estoy viviendo acá en Puerto Madryn desde hace un año y ocho meses, y en la Cultural estoy trabajando desde este ciclo 2020. Soy profesora de cuarto, quinto, sexto, trabajo con adultos y adolescentes, con los niveles más altos.
¿Qué es lo que más disfrutás de tu profesión?
Yo soy una apasionada de mi profesión y disfruto muchísimo de lo que hago. Hoy en día tengo más afinidad con grupos de adolescentes y adultos, y siento que lo que más me motiva es ver cuando el estudiante le toma gusto a lo que hace y a lo que puede lograr; cuando puede valorar su esfuerzo, resultado y sentir que se desenvuelve más libre, seguro y confiado con lo que hace y aprende.
Por ejemplo, hay un momento en particular que es el que a mí me llena el alma, que en todos los cursos y a todos los alumnos les llega, y es cuando se pueden dar cuenta que superaron una dificultad, que resolvieron algo que antes no podían o que pueden expresarse de una forma mucho mejor.
El momento en que a ellos les cae la ficha y sienten esa satisfacción se ve transmitido en la expresión, en la cara y en la alegría que sienten. Esa satisfacción propia del alumno es lo que a mí más me llena, me motiva y me hace sentir realizada como profesora; el estar ahí cuando puede disfrutar de su logro, valorar su esfuerzo y hacer uso de lo que viene aprendiendo, pero no solo a nivel académico, sino también en lo personal, porque aprender una lengua tiene mucho que ver con lo cultural, lo comunicacional y lo emocional.
-¿Cómo vivieron, tanto vos como tus alumnos, este año de adaptación a las clases online?, ¿cómo fue el proceso?
Desafío creo que es la palabra de este año. Yo antes de la pandemia ya lo había tomado como un año de desafíos porque soy muy nueva en la Cultu. Así que de por sí representaba un año de aprendizajes, adaptación y desafíos.
Cuando empezamos las clases y a las dos semanas se pensó en la modalidad virtual creo que no dimensioné lo que iba a significar y traté de hacer lo que podía con las herramientas que tenía, lo mismo de parte de los chicos.
También nos pasó que, al principio, no pensamos que iba a extenderse tanto. Cuando nos dimos cuenta que iba para largo, ahí si empezó otra etapa. Así que el gran desafío fue aprender a manejarse con las diferentes plataformas, recursos y herramientas nuevas.
-¿Cuándo todo arrancó creían que iban a poder avanzar como lo hicieron hasta hoy?.
Al principio hubo un cuestionamiento de ¿será que esto sirve?, ¿vale la pena?. Los alumnos repetían mucho que no era lo mismo, y no, no es lo mismo. Ahí sentí que bajaron un poco los ánimos, pero fue también el mismo momento en el que todos nos dimos cuenta que esto se iba a extender y que había que buscar otras cosas para reforzar lo que veníamos haciendo.
A mí en particular, si bien tenía experiencia dando clases virtuales, me tocó aprender a manejarme de otra forma y a sacarle el mayor provecho a los diferentes recursos y herramientas, y creo que las ganas de tratar de dar lo mejor se transmitieron a los alumnos y las familias.
-¿Cuál fue la respuesta de los grupos?
A los adolescentes y adultos esta nueva situación les resultó mucho más fácil. Yo estoy tan agradecida porque los alumnos compartieron sus conocimientos sobre cosas que ellos sabían y fueron muy pacientes, buena onda y lo hicieron con el mejor humor.
También hay que reconocer que lleva más trabajo, otro tiempo y que el desgaste físico y mental es diferente. La falta de contacto físico se complicó un poco y hubo que aprender a superarse, pero en general estoy muy contenta porque en todos los grupos hubo una muy buena respuesta. Siempre dispuestos, colaboradores y, sobre todo, con un gran sentido de comunidad.
Estoy súper orgullosa de mis grupos, son muy activos y, a pesar de las dificultades, cada uno desde su lugar hizo un esfuerzo por estar presente, con lo mejor que tenía, para sacar el máximo provecho.
En un año con tantos desafíos, dificultades e incertidumbre, poder decir que se estuvo trabajando con muchas ganas, alegría, compromiso, motivación, responsabilidad, vistas a futuro y con la confianza en que estamos haciendo lo mejor que podemos, creo que no es poca cosa. La respuesta de ellos en lo personal y académico fue una muy linda sorpresa.
-¿Cómo fue el trabajo en equipo con tus compañeros?
Como soy nueva, cuando comencé pensaba estar más de observadora. Luego, cuando empezó la cuarentena se hizo un grupo de WhatsApp que se convirtió en un constante apoyo. Todo el tiempo estamos tirando ideas, pidiendo y dando sugerencias y compartiendo lo que hacemos. Realmente es un equipo de trabajo muy solidario, hay muchísimo compañerismo y cada uno encontró en esa unión un soporte que fue muy importante este año.
Lo mismo con Daniel- director del instituto– con quien me siento súper cómoda, es un jefe muy respetuoso del trabajo del otro, confía plenamente en la formación, el profesionalismo y valora lo que cada uno hace. Siento mucha libertad para trabajar de la forma en que a mí me genera satisfacción y mucha confianza en que si cuento con alguna dificultad tengo a quien recurrir y que se va a encontrar una solución satisfactoria. Todo eso hace que trabaje feliz. Es un ambiente súper lindo y estoy muy contenta de trabajar en la Cultu.
-¿Cómo crees que va a continuar la enseñanza después de este año?
Lo virtual llegó para quedarse y creo que la pandemia nos obligó a descubrir lo que ya había disponible. Cuando volvamos a la presencialidad va a ser una herramienta más para mejorar el trabajo que venimos haciendo.
Si hay algo que nos deja esta situación es que cuando uno realmente quiere hacer algo, encuentra los medios y la forma de realizarlo, porque si como docentes tuvimos que aprender, algunos desde cero, a manejarnos con nuevas tecnologías y lo hicimos de un día para otro es porque realmente amamos lo que hacemos, nos importa y estamos dispuestos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para enseñar.
Por eso me parece que dejar de lado semejante herramienta y esfuerzo después de todo lo que se logró sería una picardía. No creo que lo virtual se vaya nunca, es una herramienta que nos queda y hay que saber aprovecharla y hacerla valer.
-¿Cuál es el balance a poco de terminar el ciclo lectivo?
Aun mes y medio de terminar el ciclo, en un año con semejantes cambios repentinos para los que nadie estaba preparado, aplaudo de pie a los alumnos, las familias y a la Cultu por el trabajo que hemos hecho.
Termino el año con una sensación de satisfacción muy grande, una meta lograda y un desafío cumplido. Se trabajó muy duro, aprendimos constantemente y en todo momento hubo ese espíritu de superación. Ni hablar de la parte humana que sin eso no hubiera sido posible lograr tantos buenos resultados. Hemos terminado el año mucho más organizados, confiados y, sobre todo, cuidándonos. Estoy más que contenta, satisfecha y agradecida.